EUROPA
PRESS
28 abril
2017
Neurólogos han demostrado que las bacterias intestinales
"hablan" al cerebro para controlar las elecciones de alimentos en los
animales. En un estudio publicado este martes en la revista 'PLOS Biology', los investigadores Carlos Ribeiro, del Centro Champalimaud para lo Desconocido en Lisboa, Portugal, y
colegas de la Universidad Monash, Australia,
identificaron dos especies de bacterias que tienen un impacto en las decisiones
dietéticas de los animales.
No hay
duda de que los nutrientes y el microbioma, la
comunidad de bacterias que reside en el intestino, afectan a la salud. Por
ejemplo, enfermedades como la obesidad se han asociado con la composición de la
dieta y el microbioma. Sin embargo, la idea de que
los microbios también podrían controlar el comportamiento, como muestra el
nuevo estudio, parece un gran salto conceptual.
Los
experimentos llevados a cabo utilizando la mosca de la fruta 'Drosophila melanogaster', un
organismo modelo, permitió a los científicos diseccionar la compleja
interacción de la dieta y los microbios y su efecto sobre la preferencia de los
alimentos. Los científicos mostraron inicialmente que las moscas privadas de
aminoácidos mostraron una disminución de la fertilidad y una mayor preferencia
por alimentos ricos en proteínas; por lo que, eliminar cualquier aminoácido
esencial resultó suficiente para aumentar el apetito de las moscas por
alimentos ricos en proteínas.
Un microbioma
adecuado, importante ante carencias nutricionales
Además,
los investigadores probaron el impacto en la elección de alimentos de cinco
especies diferentes de bacterias que están naturalmente presentes en las tripas
de las moscas de la fruta en estado salvaje. Los resultados superaron las
expectativas de los autores: dos especies bacterianas específicas podían abolir
el aumento del apetito por proteínas en las moscas alimentadas con comida sin
aminoácidos esenciales. "Con el microbioma
adecuado, las moscas de la fruta son capaces de hacer frente a estas
situaciones nutricionales desfavorables", dice Santos.
"En
la mosca de la fruta hay cinco especies bacterianas principales, pero en los
seres humanos hay cientos", añade la coautora Patricia Francisco. Esto
pone de relieve la importancia de utilizar modelos animales simples para
comprender mejor los factores que pueden ser cruciales para la salud humana.
¿Cómo
podría la bacteria actuar sobre el cerebro para alterar el apetito? "Nuestra primera hipótesis fue que estas bacterias
podrían proporcionar a las moscas los aminoácidos esenciales que faltan",
explica Santos. Sin embargo, los experimentos no apoyaron esta hipótesis.
En su
lugar, las bacterias intestinales "parecen inducir un cambio metabólico
que actúa directamente sobre el cerebro y el cuerpo, imitando un estado de
saciedad de proteínas", dice Santos. En resumen, este trabajo muestra no
sólo que las bacterias intestinales actúan sobre el cerebro para alterar lo que
quieren comer los animales, sino también que podrían hacerlo utilizando un
nuevo mecanismo desconocido.